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Probablemente muchos hayan visto fotos de matcha lattes preparados artísticamente en Instagram. Pero ¿de qué está hecho exactamente el matcha? La base de esta bebida de moda es el matcha verde en polvo. Se trata de té verde molido originario de Japón. Matcha simplemente significa "té molido" en japonés.
El matcha se considera un tipo de té particularmente fino y se somete a un elaborado proceso de cultivo, cosecha y procesamiento: Las plantas de té, de las que posteriormente se producirá el matcha, se protegen con mallas grandes y opacas durante unas cuatro semanas antes de la cosecha. Esto favorece el desarrollo de la clorofila (el pigmento verde de las hojas de té), lo que les confiere su característico color verde intenso. Tras la cosecha, las hojas se cuecen al vapor, se secan y la pulpa (tencha) se separa del tallo y las venas. Para obtener un polvo de altísima calidad, solo la pulpa se muele finamente, tradicionalmente en molinos de piedra.
Aunque el matcha se ha convertido en un producto de moda en Occidente, los orígenes de esta bebida verde tienen una tradición centenaria. Probablemente, el matcha se produjo por primera vez en China en el siglo VI. En aquella época, el polvo de té se utilizaba como medicina y se preparaba y consumía en monasterios budistas. Un monje japonés, Eisai, trajo la tradición, junto con las semillas de té, a su tierra natal en 1191. Allí, el conocimiento del matcha se transmitió a las generaciones futuras, mientras que este método de preparación del té cayó en el olvido en China. En el siglo XVI, el maestro del té Sen no Rikyū desarrolló la ceremonia japonesa del té y documentó cómo preparar y consumir el matcha correctamente.
Dado que el matcha se compone de hojas de té finamente molidas, posee un aroma ligeramente amargo y herbáceo que recuerda a la hierba y la tierra. El matcha de alta calidad también tiene un agradable sabor dulce. Además, a menudo se describe al matcha como de sabor umami. Umami es una palabra japonesa que significa algo así como "sabor delicioso". El umami se crea mediante las sales del aminoácido glutamato, presentes de forma natural en el té matcha. En cambio, el matcha de menor calidad puede tener un sabor muy herbáceo y amargo. El sabor del matcha también depende del momento de la cosecha y del tiempo de secado de las hojas de té.
El té matcha se considera a menudo un superalimento. Gracias a su cuidadoso procesamiento, contiene nutrientes como antioxidantes, vitaminas del complejo B, hierro, potasio y magnesio. Es especialmente conocido por su alto contenido en EGCG (galato de epigalocatequina). Este ingrediente pertenece a las catequinas y se considera un antioxidante que combate los radicales libres. Al mismo tiempo, el matcha aporta cafeína, que, en combinación con el aminoácido L-teanina, garantiza una concentración y un estado de alerta constantes, sin el repentino bajón de cafeína del café. Este efecto convierte al matcha en el compañero ideal para largas jornadas de trabajo.
La tendencia del matcha ha llegado hace tiempo a la industria de la restauración: desde el clásico té matcha y el popular matcha latte hasta postres y cócteles, los usos del matcha son múltiples. Al integrar el matcha en sus menús, los restauradores pueden atraer a nuevos grupos objetivo, especialmente a clientes más jóvenes y conocedores de las redes sociales que responden a las tendencias innovadoras en gastronomía. Ofrecer matcha en restaurantes demuestra no solo estar al tanto de las tendencias, sino también apreciar la calidad y la autenticidad.
Se recomiendan los accesorios tradicionales para una preparación perfecta del té matcha:
Tradicionalmente, el matcha se prepara como parte de la ceremonia japonesa del té (chanoyu). En esta ceremonia, el matcha en polvo se coloca en un cuenco (chawan) y se sumerge en agua caliente. Con un chasen (un tipo de batidor de bambú), se bate cuidadosamente hasta que se forme una espuma fina y se disuelvan todos los grumos. La ceremonia enfatiza la atención plena, la tranquilidad y el respeto, valores que aún le otorgan a la bebida su especial significado cultural. En Occidente, el matcha latte es una de las formas más populares de servirlo. Para un matcha latte clásico, primero se mezcla el matcha en polvo con un poco de agua caliente y se bate hasta obtener una espuma con el batidor de bambú (chasen). Luego, se vierte leche tibia o una alternativa vegetal como leche de coco o de avena por encima, y la cremosa y moderna bebida está lista. Dependiendo del gusto, los restauradores pueden endulzar el matcha latte o realzarlo con sabores como vainilla o canela.
Para conservar su aroma, el matcha debe conservarse en un lugar fresco. Lo ideal es guardar el polvo en un recipiente hermético en el refrigerador. Esto ayuda a conservar su sabor, color y nutrientes durante el mayor tiempo posible. Los paquetes abiertos deben consumirse en unas pocas semanas, ya que el matcha pierde rápidamente su aroma.
El matcha es más que una bebida de moda: combina una tradición centenaria con un estilo de vida moderno. Para los restauradores, el matcha ofrece la oportunidad de ampliar su oferta, atraer nuevos clientes y diferenciarse de la competencia. Ya sea servido como té clásico, como matcha latte o en recetas creativas, el matcha aporta variedad y color a su menú.